Cómo manejar las rabietas infantiles

Si estás criando a un niño pequeño, es probable que estés familiarizado con su capacidad para sentir y expresar muchas emociones fuertes. Es posible que rían a carcajadas y luego, segundos después, se transforme en una rabieta.

Las rabietas son un comportamiento común de los niños pequeños. Tu pequeño aún no tiene el vocabulario para comunicar todas sus necesidades y todavía tiene poco control sobre su entorno. Esos factores pueden causar mucha frustración y la frustración puede dar paso rápidamente a la ira.

La mayoría de los niños pequeños superan las rabietas a medida que crecen, obtienen más control sobre sus habilidades de comunicación y aprenden a tener algo de paciencia. Hasta que llegue a ese punto, hay pasos que puedes seguir para ayudarlo a controlar su enojo y evitar que sucedan las rabietas.

Entender a tu hijo

Para ayudar a afrontar las rabietas de los niños pequeños, es importante entender por qué se producen en primer lugar.

A los dos años, tu hijo no sólo experimenta un impresionante desarrollo físico, sino que su mente también experimenta un enorme desarrollo. Tu hijo es cada vez más independiente, aprende que puede hacer cosas sin tu ayuda y empieza a entender su propia mente, reconociendo sus propias preferencias, gustos y disgustos.

Tu hijo querrá aprender más sobre el mundo que le rodea y explorarlo a su manera. Si intentas frenarles o impedirles que hagan lo que quieren, se producirán las inevitables crisis.

¿Por qué mi hijo tiene una rabieta?

Al igual que nuestros propios cambios de humor como adultos, los niños pequeños suelen responder a la frustración y la decepción a lo largo del día. Al tener menos experiencia en la gestión de sus emociones que los adultos, la reacción física es la forma más frecuente de expresar sus sentimientos.

Cuando las cosas no salen como ellos quieren (por ejemplo, cuando se les pide que salgan a la calle o que se cepillen los dientes cuando no quieren hacerlo), tu hijo puede experimentar sentimientos de frustración, enfado y confusión. Al no tener todavía la edad suficiente para expresar plenamente sus sentimientos (y a menudo con opciones de vocabulario limitadas), la respuesta más común es una rabieta o un fuerte NO.

Los niños pequeños también tienen una comprensión muy limitada de la paciencia, el riesgo y el peligro, por lo que, aunque seas un padre responsable y los mantengas a salvo, pueden sentir que los estás reteniendo o impidiendo que se diviertan.

¿Por qué mi hijo tiene más rabietas unos días que otros?

Hay varias razones por las que puedes ver más rabietas de lo habitual;

  • ¿Tu hijo está cansado? - ¿Se ha saltado la siesta? ¿Se le ha pasado la hora de acostarse? Estar demasiado cansado puede hacer que las reacciones emocionales de un niño sean más extremas y, por tanto, sólo una pequeña frustración puede desencadenar una rabieta.
  • ¿Tiene hambre? - ¿Has oído hablar alguna vez del término "hambre"? Al igual que los adultos, los niños pequeños también lo experimentan. A veces, un abrazo y un tentempié saludable pueden ser suficientes para sacarlos de su estado de ánimo.
  • ¿Ha cambiado su rutina? - Los niños pequeños suelen ser animales de costumbres, por lo que si te sales de tu rutina diaria, vas a un sitio nuevo o haces algo diferente a lo habitual (por ejemplo, caminar en lugar de usar el coche), a veces esto puede desencadenar confusión y malestar.
  • La llegada de un nuevo hermano: la llegada de un nuevo bebé puede ser un momento extraño para el niño, ya que la atención de los padres se desvía hacia otros lugares y puede que se sienta un poco abandonado.

Signos de ira en los niños pequeños

Los niños pequeños tienden a responder a la ira y la frustración con rabietas. Los niños menores de 4 años pueden tener, en promedio, hasta 9 rabietas por semana. La mayoría de los niños superarán estos arrebatos cuando entren en el centro de educación infantil.

Algunos comportamientos asociados con la ira y las rabietas en niños de 1 y 2 años pueden incluir:

  • Llorar.
  • Gritar.
  • Morder.
  • Patear.
  • Pisar.
  • Tirar o empujar.
  • Golpear.
  • Tirar cosas.

Generalmente, los niños pequeños superarán estos arrebatos de ira a medida que avancen sus habilidades de desarrollo. También puede ser útil enseñarles estrategias adecuadas para manejar sus emociones.

¿Debería preocuparme por la ira de mi pequeño?

Considera hablar con el médico si:

  • Regularmente tiene múltiples arrebatos de ira por día.
  • Las rabietas suelen durar períodos de tiempo muy prolongados, a pesar de sus intentos de controlar el comportamiento.
  • Te preocupa que se lastime a sí mismos o a otros durante las rabietas.

Desencadenantes comunes de rabietas en niños pequeños

El niño pequeño puede enojarse cuando se encuentra con un desafío, no puede comunicar sus deseos o se ve privado de una necesidad básica. Algunos desencadenantes comunes de los arrebatos de ira o las rabietas pueden incluir:

  • Ser incapaz de comunicar necesidades o emociones.
  • Jugar con un juguete o realizar una actividad que es difícil de entender.
  • Sentir hambre o cansancio.
  • Cambios en la rutina diaria habitual y esperada.
  • Interactuar con un hermano u otro niño.
  • No recibir algo que quieren.

Algunos factores también pueden hacer que el niño sea más susceptible a la ira y las rabietas, que incluyen:

  • Estrés experimentado en la infancia.
  • Diferencias temperamentales.
  • Genética.
  • Ambiente.
  • Dinámica de la familia.
  • Enfoques de crianza.

Cómo ayudar a su niño a controlar la ira

Tu hijo desarrollará muchas más habilidades de afrontamiento y comunicación entre las edades de 1 y 3 años. Esto puede ayudar a aliviar algunos desencadenantes de la ira.

A la edad de 4 años, la mayoría de los niños están más equipados para compartir, expresar sus emociones y hacer más con sus habilidades motoras finas y gruesas.

Si bien no puedes acelerar el tiempo, existen varias estrategias que puedes utilizar para ayudar al niño a controlar y reducir la frecuencia de las rabietas.

Algunos pueden ser más efectivos para su hijo que otros. Y los métodos que funcionaron para otro hijo suyo o para otro padre pueden no funcionar. Además, los métodos que funcionaron durante una rabieta anterior pueden no seguir funcionando para las futuras.

Si su hijo tiene una rabieta, lo primero que debes hacer es asegurarte de que no esté en peligro de lastimarse o lastimar a otros. Los niños pequeños a menudo tienen poco control sobre sus cuerpos durante una rabieta.

Es posible que desees trasladarlo a un lugar más seguro para que tengan la rabieta, como su dormitorio si están en casa, o un área tranquila lejos de los coches y mucho tráfico peatonal si están fuera.

Una vez que tu hijo esté seguro, aquí hay algunas estrategias para gestionar una rabieta:

  • Ignora el comportamiento y permite que tu hijo deje que la rabieta siga su curso. Esto puede resultar difícil si estás en público o si intentas concentrarte en conducir. Si estás conduciendo, considera detenerte si puedes hacerlo con seguridad, hasta que termine la rabieta. Si estás en público, recuerda que las rabietas son normales y dejar que tu hijo exprese sus emociones es lo mejor que puedes hacer por él en ese momento.
  • Distrae a tu hijo con un libro o un juguete. Esto tiende a funcionar mejor si puedes distraerlo justo cuando comienza la rabieta. Una vez que estén en plena rabieta, este método puede no funcionar.
  • Cambia la ubicación del niño. A veces, eliminar la estimulación puede ayudar a su hijo a calmarse.
  • Sostén a tu hijo hasta que se calme. Dependiendo de la gravedad de la rabieta, esto puede funcionar mejor si te acuestas en el suelo y lo envuelves con los brazos. De esa manera, si se escapa de tu alcance, no correrás el riesgo de dejarlo caer.
  • Ponte al nivel de tu hijo y háblale en voz baja y tranquila mientras haces contacto visual.
  • Establece límites hablando con el niño sobre la situación. Es posible que debas esperar hasta que la rabieta haya disminuido. Esto puede funcionar mejor con niños mayores.
  • Introduce el humor en la situación, pero nunca a costa de tu hijo. Intenta poner una cara o una voz tontas, o hacer otra cosa que sepas que tu hijo disfruta.
  • Interactúa con tu hijo para validar sus emociones y ayudarlo a expresar sus sentimientos. Hazle saber que comprendes que está molesto o frustrado y que está bien tener estos sentimientos.
  • También es importante resistir la tentación de disciplinar a tu pequeño estando enojado. Esto puede hacer que aumente su comportamiento agresivo y podría generar más frustración.

Las rabietas del niño son una de las únicas formas en que pueden expresar sus emociones en esta etapa de desarrollo. Permitir que tu hijo exprese sus sentimientos te ayudará a comprender mejor sus emociones y a regularlas de manera más apropiada a medida que envejece.

Cómo ayudar al niño a sentirse menos enfadado

Las rabietas son una parte esperada de la niñez y no será posible prevenirlas. Pero aquí hay algunas formas en que puede reducir los sentimientos de ira del pequeño:

  • Mantén una rutina diaria tanto como sea posible.
  • Anticípate y prepárate para los cambios en la rutina o el entorno del niño. Trata de mantener una actitud positiva cuando los planes cambien en el último minuto o algo no salga como se esperaba. Esto puede ayudar a modelar los comportamientos que te gustaría que mostrara el niño.
  • Ayuda al niño a expresar sus emociones con palabras o con habilidades de afrontamiento.
  • Guíalo para que resuelva un problema cuando se encuentre con un obstáculo.
  • Proporciona un refuerzo positivo cuando se comporte bien.
  • Evita poner al niño pequeño en un ambiente incómodo o darle juguetes que sean demasiado complicados para su edad.
  • Controla tus propias emociones y evita los arrebatos de ira.
  • No esperes que tu hijo esté feliz todo el tiempo. Como todas las personas, los niños pequeños tienen una variedad de emociones. Habla con él sobre cómo se siente y ayúdalo a comprender sus diferentes emociones.

Cuando buscar ayuda

La ira en los niños pequeños es de esperar y probablemente no sea motivo de preocupación si ocurre por períodos cortos de tiempo, incluso si ocurren a diario.

Considera hablar con el médico si las rabietas son más frecuentes, duran más tiempo u ocurren de la nada. También es posible que desees hablar con un pediatra si las rabietas son demasiado agresivas o ponen en peligro a otras personas, incluido a él mismo.

En algunos casos, el médico puede derivar a un especialista en desarrollo infantil o un profesional de la salud mental para ayudar a abordar las rabietas del hijo si son más frecuentes o graves de lo normal.

Ten en cuenta que buscar ayuda profesional e intervenir temprano puede ayudar a tu hijo a manejar mejor la ira con el tiempo. Esto puede ayudarlo en el colegio, en casa y en otros entornos a largo plazo.

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