Maternidad: Cómo volver al trabajo sin culpa

Tanto si te has tomado un mes de baja por maternidad como si te has tomado una década para ser madre de familia, sentirte emocionada por volver al trabajo no te convierte en una mala madre.

Al fin y al cabo, ¿qué no tiene de emocionante ganar un sueldo, mantener conversaciones adultas y realizar tareas sin interrupciones constantes? Si todo eso suena mejor que cambiar pañales, entonces está bien.

Sin embargo, si te sientes mal por estar emocionada por volver a trabajar, no estás sola. Muchas madres sienten que tienen que ocultar su entusiasmo por volver al trabajo porque a menudo existe la idea de que las mujeres deberían quedarse en casa.

Pero estar entusiasmada con la vuelta al trabajo no es una señal de que seas una mala madre. De hecho, tu vuelta al trabajo puede ser saludable tanto para ti como para tus hijos.

Por qué te sientes culpable

Aunque las investigaciones demuestran que los niños y las madres suelen ir mejor cuando la madre trabaja, muchas madres trabajadoras sienten mucha culpa. Y la culpa puede ser una emoción confusa a veces.

Como madre, es muy probable que te sientas culpable con bastante frecuencia: cuando tu hijo se enfada, cuando insiste en que eres mala, cuando no puedes permitirte enviar a tu hijo al mismo campamento de verano al que van sus amigos o cuando no puedes ir al partido.

Así que no es de extrañar que sentir una punzada de emoción (o tal vez mucha emoción) por ir a trabajar también pueda ir acompañado de algo de culpa.

Si no se controla, este tipo de sentimientos de culpa puede afectar a la forma de pensar. Puedes sacar conclusiones sobre ti misma como: "Debo ser una mala madre por estar deseando estar lejos de mi hijo". O puedes pensar: "Soy una madre horrible por elegir el dinero en lugar del tiempo con mis hijos".

Y probablemente creas que "las buenas madres están tristes por volver al trabajo". Así que cuando no estás triste (y te sientes realmente emocionada), puedes decidir que debes ser una mala madre.

También puede predecir resultados horribles para tu hijo pensando cosas como: "Mi hijo no se sentirá amado si no estoy en casa, y nunca tendremos una gran relación como resultado", o "Mi hijo no será tan inteligente como los otros niños si no estoy allí para jugar todo el día".

Pero estas conclusiones y predicciones no se basan en la verdad. Probablemente provienen de tu arraigada creencia (o miedo) de que los niños criados por madres que se quedan en casa disfrutan de ventajas específicas en la vida y que las buenas madres se quedan en casa con sus hijos.

Sin embargo, es probable que estos pensamientos alimenten tus sentimientos de culpa. Y cuanto más culpa experimentes, más negativos pueden ser tus pensamientos. Se convierte fácilmente en una espiral descendente.

Los peligros de la culpa

Además de los pensamientos malsanos, los sentimientos de culpa pueden conducir a acciones malsanas. Por ejemplo, si la culpa te convence de que eres una mala madre, es posible que nunca intentes mejorar tus habilidades como madre. En su lugar, puedes resignarte a que estás destinada a gritar a tus hijos cuando te enfadas o a que no puedas mantener los límites cuando los niños se quejan.

También es posible que compenses en exceso tus sentimientos de culpa haciendo demasiado por tus hijos. Tal vez nunca les digas que no o les dejes comer mucha comida basura, porque eso alivia temporalmente tu sentimiento de culpa.

Sin embargo, la culpa innecesaria también puede llevar al autocastigo. Si crees que eres una mala madre por querer volver a trabajar, puede que decidas que tampoco eres digna de pasar tiempo con tus amigos. Y puedes pensar que no te mereces comprarte cosas bonitas; después de todo, si no gastaras tanto dinero, no tendrías que trabajar, ¿no?

Afrontar el sentimiento de culpa de forma saludable

Cuando el sentimiento de culpa aparece cuando te preparas para volver al trabajo y cuando ya has empezado a trabajar, es importante afrontarlo de forma saludable. He aquí algunas formas útiles de gestionar tus sentimientos de culpa:

  1. Etiqueta tus emociones. Reconoce cuando te sientes culpable y ponle nombre. Decirte a ti misma: "Me siento muy culpable ahora que tengo ganas de ir a trabajar", puede ayudarte a quitarte un poco de hierro de tus emociones. Y una vez que reconozcas lo que ocurre, podrás abordar el problema de frente.
  2. Desarrolla un mantra. Una breve afirmación que puedas repetirte a ti misma puede ayudarte a ahogar los pensamientos negativos que alimentan tu sentimiento de culpa. Tanto si encuentras consuelo recordándote a sí misma: "Que me sienta culpable no significa que haya hecho nada malo", como si te sientes mejor cuando te dices a ti misma: "Las madres trabajadoras crían hijos felices", crea una frase corta que evite que tu cerebro se detenga en pensamientos que aumenten tu sentimiento de culpa.
  3. Recuérdate los hechos. Cuando empieces a pensar que todas las demás madres se sienten fatal por ir a trabajar o empieces a pensar que vas a marcar a tu hijo de por vida, vuelve a los hechos. Recuérdate a ti misma que no hay pruebas de que las madres que trabajan sean malas madres o que tener un trabajo sea perjudicial para los niños. En cambio, revisa las pruebas de que tener un trabajo puede ser bueno para tus hijos.
  4. Practica la autocompasión. La autocrítica dura te hará sentir peor. En su lugar, practica la autocompasión. Imagina lo que le dirías a una amiga que está luchando contra la culpa de ser madre trabajadora. ¿Qué palabras amables de consuelo le dirías? Dedícate a ti misma las mismas palabras amables de apoyo emocional o consejo.
  5. Argumenta lo contrario. Cuando te encuentras pensando en todas las pruebas de que eres una mala madre o en todas las pruebas de que tu hijo va a sufrir, argumenta lo contrario. Piensa en todas las pruebas que apoyan la idea de que deberías volver a trabajar y que es saludable estar entusiasmada por ello. Argumentar lo contrario puede ayudarte a crear una perspectiva más equilibrada y realista.

Compórtate como la madre que quieres ser. La autoculpabilización tóxica reducirá tu eficacia como madre. Piensa en el tipo de madre que te gustaría ser: ¿fuerte, compasiva, autoritaria, paciente o cariñosa? Luego, trabaja para actuar como ese tipo de madre, en lugar de como una culpable.

Cuida de ti misma. Es fundamental el autocuidado para poder ser eficaz en casa y en el trabajo. Ya sea programando una cita semanal o yendo a clases de yoga tres veces por semana, es importante recargar las pilas para poder dar lo mejor de ti.

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