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A medida que los niños se aproximan a la adolescencia, los amigos ejercen una gran influencia, sentirse aceptado y parte del grupo es una prioridad para ellos. Sin embargo diferentes estudios muestran que, incluso durante la adolescencia, los padres influyen de forma importante en el comportamiento de los hijos.

Las drogas están ahí y de acuerdo con los datos e informaciones de las que disponemos, un importante número de adolescentes van a entrar en contacto con ellas. Por ello es importante que los padres dispongan de información y orientaciones que les puedan ayudar en su tarea preventiva.

Droga: sustancia que una vez introducida en el organismo a través de distintas vías, esnifada, inyectada, fumada, inhalada, ingerida, tiene capacidad para alterar o modificar las funciones corporales, las sensaciones, estados de ánimo o percepciones sensoriales.

Adicción: se define como una enfermedad crónica del cerebro, caracterizada por la búsqueda y el uso compulsivo de drogas a pesar de las consecuencias nocivas; las drogas modifi can la estructura y el funcionamiento del cerebro. Al igual que con cualquier otra enfermedad, la vulnerabilidad a la adicción difi ere de una persona a otra; mientras más factores de riesgo se tienen, mayor es la probabilidad de que el consumo se convierta en adicción. En cambio los factores de “protección” reducen el riesgo de desarrollar una adicción.

Riesgos derivados del consumo de drogas: Hay una serie de riesgos que son comunes a todas las drogas y otros específicos de cada sustancia. Entre los comunes es importante señalar los siguientes:
La capacidad que tienen para generar dependencia: el deseo y la necesidad de consumir la sustancia de forma continua o con cierta regularidad, ya sea para sentir los efectos o para evitar el malestar que produce la privación de esa sustancia.

El riesgo de acabar desarrollando una adicción depende de muchas variables: personales, edad (cuando se comienza a consumir en edades tempranas hay una mayor probabilidad), características de las sustancias (propiedades farmacológicas, capacidad adictógena), frecuencia de consumo (cuanta más veces se consuma, mayor probabilidad de acabar siendo dependiente).

“La mayor parte de las personas cuando prueban una sustancia o la consumen de forma esporádica, repiten la frase “yo controlo”. Nadie cuando prueba una sustancia piensa que se va a “enganchar a ella”, sin embargo la realidad nos muestra lo contrario, en muchas ocasiones es la sustancia quien acaba controlando a la persona.”

Todas las drogas generan importantes problemas de salud (físicos y/o mentales) en las personas consumidoras.

Otro riesgo importante común a todas las drogas ilegales es el que se deriva de su venta ilícita: el consumidor no puede estar seguro de la sustancia o sustancias que toma, pues es muy probable que éstas hayan sido sometidas a adulteración, se desconoce también la dosis real y la pureza. Además hay que considerar la vulnerabilidad de cada uno, es decir las personas podemos responder de forma distinta ante el consumo de drogas. En este sentido el que una persona consuma una determinada droga y no le ocurra ningún episodio negativo no implica seguridad para el resto de personas que la puedan consumir.

“Siempre existen riesgos, aunque sólo sea una vez”: se desconoce qué es realmente lo que estás tomando, tampoco sabes cómo va a reaccionar tú organismo…se puede desencadenar una reacción aguda”.

Policonsumo: muchas veces se consumen diversas drogas de forma conjunta, porros, alcohol, cocaína, drogas de diseño (pastillas). Los riesgos a los que se exponen, en estas situaciones, se incrementan de forma importante. Además en caso de presentarse una reacción grave, el tratamiento desde el punto de vista médico puede ser mucho más complicado, por la interacción entre las diferentes sustancias.

Factores de riesgo y de protección: los factores de riesgo son los elementos o las condiciones que incrementan la probabilidad de que una persona consuma drogas. Los factores de protección son todo lo contrario, contribuyen a disminuir el riesgo de que una persona las consuma. Existe consenso sobre el carácter multifactorial del consumo de drogas y respecto a que no es un solo factor el que causa el problema.

Entre los factores de riesgo sociales se señalan, entre otros, los siguientes: disponibilidad y accesibilidad a las sustancias, publicidad directa o indirecta, importantes carencias económicas y sociales, la necesidad de experimentar nuevas sensaciones y vivir el momento, el hedonismo y la competitividad.

Dentro de los factores de riesgo del individuo y sus relaciones con su entorno indicamos, entre otros, los siguientes:

  • Familia: historia familiar de alcoholismo, consumo de drogas por parte de los padres, pautas educativas erróneas (ausencia de límites y normas, bajo apoyo y supervisión, falta de afecto y comunicación), actitudes por parte de los padres favorables al consumo de drogas, relación de conflicto entre los padres, sobreprotección (que puede producir irresponsabilidad, escaso sentido crítico, dificultad para tomar decisiones ya que en todo momento son los padres quienes deciden y controlan todo).
  • Personales: actitudes favorables al consumo de drogas, bajo control de impulsos, diversos problemas de salud mental, baja tolerancia a la frustración, falta de habilidades personales y sociales.
  • Edad: si bien el consumo de drogas a cualquier edad puede llevar a la adicción, cuánto más temprano se comienza a consumir drogas, mayor es la probabilidad de hacerse adicto, esto es así porque el cerebro del adolescente continúa desarrollándose hasta la edad adulta.
  • Fracaso escolar, absentismo, abandono temprano, falta de apego y de implicación en la escuela.
  • Grupo de amigos consumidores de drogas, actitudes por parte de éstos favorables al consumo, conductas antisociales.

Dentro de los factores de protección señalamos los siguientes: actitudes de rechazo ante el consumo de drogas, integración escolar y social, entorno familiar positivo y educativo (existencia de normas y límites, comunicación, afecto y cohesión familiar, coherencia, supervisión y apoyo), grupo de amigos no consumidores de drogas, habilidades y recursos personales para ser capaz de manejarse con sus iguales, tolerancia hacia la frustración, imagen ajustada de si mismo/a, autonomía, creencia en la propia autoeficacia.

Pautas e indicaciones para prevenir el consumo de drogas

La información sobre las diferentes drogas, aunque necesaria, no es sufi ciente para prevenir el consumo de las mismas. Es preciso que los padres “estén presentes” (mediante el diálogo, el afecto, la supervisión, etc.), para poder ayudarles en su proceso madurativo.

Hable con sus hijos del alcohol, del tabaco y del resto de sustancias

- Hágalo de manera que sea una conversación, un intercambio de puntos de vista y de contraste de opiniones e informaciones, que no sea ni un sermón ni un interrogatorio. Elija un momento apropiado, por ejemplo a propósito de una noticia en el periódico o en la televisión.

- Pregunte a su hijo qué sabe sobre las distintas drogas. La gran mayoría tienen informaciones incorrectas. Es importante que usted le proporcione información correcta y ajustada a la edad. No utilice tácticas de miedo, ni exagere las consecuencias negativas, con ello lo único que lograremos será perder nuestra credibilidad.

- Reflexione con ellos acerca de la presión de grupo. En muchas ocasiones los adolescentes consumen tabaco, alcohol, cánnabis, pastillas.., presionados por algún amigo o por todo el grupo… porque “todos lo hacen”. Por ello, desde la familia, hay que anticiparse a estas situaciones, que probablemente vivirán. Trasmitirles que en la amistad, en el grupo de amigos hay que respetar las opciones de los otros, y si una persona no quiere “probar, consumir”, nadie tiene derecho a presionarle, ni a ridiculizarle, reírse de él, insultarle. Hacerles ver que la amistad, la convivencia debe basarse en el respeto hacia el otro.

“Hay ocasiones en que la presión de grupo puede crearnos problemas, ocurre cuando lo que la mayoría del grupo hace va en contra de nuestras ideas, creencias, valores, o nuestra salud. Ante estas situaciones es importante el saber mantener los criterios de uno con riesgo, a veces, de quedarnos solos”.

“Saber decir NO es una manifestación de responsabilidad y madurez”.

“Decir NO cuando lo consideramos justo o necesario es la mejor forma de comprobar en qué medida se nos valora y se nos respeta.”

“Se puede ceder en aquellas decisiones que no afecten a nuestro bienestar, como por ejemplo ir al cine aunque a mí no me apetezca demasiado; pero no cuando está en juego mi salud”.

Respecto a las drogas ilegales (cannabis, cocaína, drogas de síntesis etc.), es importante refl exionar con ellos acerca de los riesgos que se derivan de su condición de ilegalidad: no se conoce composición real, ni la dosis, suelen llevar adulterantes. Hablar sobre la dependencia así como de los problemas de salud y sociales derivados de su consumo.

“Siempre existen riesgos importantes cuando se consume, aunque sólo sea una vez”: se puede desencadenar un reacción aguda”.

Seamos coherentes. La importancia de nuestro ejemplo. Las distintas investigaciones señalan que los adolescentes que tienen padres que consumen drogas tienen más probabilidades de consumir y tener problemas de dependencia.

Respecto al consumo de tabaco:

  • Si usted fuma, este puede ser un buen momento para dejar de fumar. Si no va a dejar de fumar no fume delante de su hijo. Dígale que es dependiente del tabaco.
  • Una correcta norma sería No fumar en casa. Si esto no fuera posible establezca en su casa espacios sin tabaco, así evitará que sus hijos sean fumadores pasivos.
  • Si usted fuma, no ofrezca nunca tabaco a menores de 18 años, ni en situaciones “especiales” tales como ceremonias y/o situaciones excepcionales. No “mande” a su hijo ni a ningún menor a comprarle tabaco.
  • Explíqueles los riesgos para la salud.
  • Dígales que la nicotina es adictiva y que la mayor parte de la gente, incluidos los jóvenes, quieren dejar de fumar.
  • Si su hijo fuma “aunque sólo sea de vez en cuando”, aconséjele que deje de fumar. Dialogue con él acerca de las razones por las que ha comenzado a fumar.

Respecto al consumo de alcohol:

  • Si consume alcohol, que sea de forma moderada, acompañándolo con comida y mejor si se consume de forma ocasional, “cuanto menos mejor”.
  • No utilice el alcohol para resolver situaciones de tensión. Por ejemplo cuando llegue a casa después de un día duro, no comente: “estoy deshecho, necesito un trago”. Ante estas situaciones, enseñe a su hijo que hay otras opciones tales como hacer ejercicio, conversar con un amigo, con su pareja, escuchar música, ver una película, hacer un crucigrama.
  • Reflexione acerca de su propio consumo: cuánto bebe (después del tra bajo, en las comidas, mientras ve la televisión, a media tarde, antes de comer, el vermouth). Las investigaciones muestran que beber en exceso delante de los hijos es un mal ejemplo.

Si va a conducir, no consuma alcohol.

Cuando lleguen a casa familiares o amigos, ofrezca bebidas sin alcohol. Si se sirve alcohol, ofrecer también comida. Se puede estar reunido, tener una tertulia sin tener que consumir alcohol.

Las actitudes que muestran los padres respecto al consumo de alcohol son también muy importantes, por ejemplo, no dar importancia a una borrachera, minimizar los riesgos o banalizar los problemas relacionados con el alcohol. Es importante hablar con ellos sobre las borracheras, indicarles que es mejor que no beban pero que si lo hacen sean capaces de dejar de beber a tiempo para no llegar a la embriaguez. Algunas personas pueden llegar al coma.

Por ello es importante comentar con nuestros hijos las siguientes pautas:

  • Mejor no consumir. Si consumes cuanto menos mejor.
  • No consumas si estás tomando medicamentos. Pueden aumentar o disminuir sus efectos o bien producir una interacción peligrosa.
  • No consumas si padeces alguna enfermedad como diabetes, hepatitis, depresión u otras que pueden agravarse si consumes alcohol.
  • Si vas a beber come algo antes. Ponte un límite en cuanto al número de consumiciones. Consume bebidas sin alcohol, alterna bebidas con y sin alcohol.
  • No mezcles distintos tipos de bebidas alcohólicas, incrementan la aparición de efectos indeseados.
  • No mezcles alcohol con otro tipo de drogas, ya que los riesgos para tu salud se incrementan de forma notable.
  • Si un amigo ha bebido alcohol, no responde a los estímulos y hay pérdida de conocimiento, llamar a los servicios de urgencia. Tener el teléfono 112 en el móvil.

En muchas casas hay gran cantidad de bebidas. Es importante que se encuentren guardadas en un lugar no accesible para los menores.
Desde una perspectiva educativa y preventiva no es aconsejable que menores de edad trabajen en vacaciones o fines de semana en bares, discotecas etc.

Cuando uno de los padres tiene problemas con el alcohol: en estos casos es importante no negar o esconder la realidad, haciendo del problema un tema tabú. Hablar del alcoholismo, con los hijos, como una enfermedad ayuda a entender y a comprender el problema, reduciendo la ansiedad que nos puede producir. Es importante que la persona afectada se ponga a tratamiento. “Alrededor de un 10% de los niños y adolescentes de nuestro entorno crecen en hogares en los que hay problemas con el alcohol. En algunas familias el alcoholismo se repite en diferentes generaciones. El alcoholismo como tal no se hereda, lo que sí es cierto es que, si se habitúan a beber alcohol, los jóvenes con antecedentes familiares de alcoholismo tienen más probabilidad de sufrir ese trastorno porque tienen más factores de riesgo”
- Respecto al resto de drogas: no consumir drogas ilegales ni tener una actitud permisiva y tolerante hacia su consumo.

Pautas e indicaciones educativas

Establezca normas y límites: la existencia de normas es necesaria para la convivencia, tanto en el medio familiar como en el social. Posibilitan la interiorización de valores (responsabilidad, libertad, respeto, colaboración, solidaridad), les ayuda a tener las cosas claras, a saber lo que hay que hacer y lo que no, son un marco de referencia que les da seguridad. Su ausencia trae confusión, ya que los niños y los adolescentes necesitan límites que modulen su conducta.

Las normas que se establezcan deben ser razonables, claras, fi rmes (no pueden cambiarse constantemente), y adaptadas a las edades (la hora de acostarse, de llegar a casa no puede ser la misma a los 6, 12 ó 16 años). Señalar asimismo la importancia de la flexibilidad, siendo capaces, con motivo de alguna situación especial, de negociar y consensuar con ellos
una determinada norma; por ejemplo llegar a casa un día, por un motivo especial, media hora más tarde. Con estas excepciones hay que tener cuidado porque pueden “estar inventándose acontecimientos especiales toda la semana”.

Es muy importante cumplir las normas y sancionarlas mediante la utilización del castigo cuando no sean respetadas (por ejemplo un fin de semana sin salir, no ver un determinado programa de televisión que les guste). Nosotros somos modelo en todo, por ello en estas situaciones es importante no recurrir a la violencia, ya sea verbal o física (bofetadas, gritos, insultos, descalifcaciones de su persona).

Tampoco es conveniente abusar del método de la recompensa a cambio de cooperación, “si recoges la habitación te dejo ver la televisión una hora más, te doy más paga”, les estamos enseñando que todo se paga y no serán capaces de hacer nada si no es a cambio de algo.

Las normas y criterios deben ser establecidos y respetados por la pareja.

Es importante mantener nuestros criterios, aunque a veces no coincidan con los de los otros padres. También es aconsejable hablar con los padres de los amigos de nuestros hijos para, por ejemplo, acordar una hora de llegar a casa o para verifi car lo que nos ha contado nuestro hijo.

Favorezca la toma de decisiones: tomar decisiones es una habilidad importante que se va desarrollando de forma progresiva. Hay que darles opciones, adecuadas a cada edad, haciéndoles ver la importancia de ser coherentes con la decisión que se ha tomado (si he decidido jugar en un equipo de baloncesto tendré que ir a entrenar los sábados por la mañana), reflexionando respecto a las consecuencias que se derivan de cada decisión (si me gasto la paga en un día no tendré para el resto de la semana), “siendo uno mismo”, decidiendo de acuerdo a los valores, ideas y creencias de cada uno (si no quiero probar el tabaco no probarlo, pese a la insistencia de los amigos).

Independencia y responsabilidad: los adolescentes plantean una mayor independencia y autonomía. Aparecen nuevas fuentes de confl icto (horarios, dinero), es una etapa de evolución y cambio en la que son frecuentes las reacciones rebeldes, la oposición sistemática a los adultos. Necesitan enfrentarse a sus padres para encontrarse a sí mismos, para construir su identidad,
para madurar y ser ellos mismos. Por ello es importante ir dándoles, según las características de cada uno y las edades, mayores cuotas de libertad e ir ajustándolas de acuerdo a la respuesta que ellos dan. A mayor responsabilidad y cumplimiento de lo establecido más autonomía.

Exigencia de responsabilidad respecto a distintos ámbitos: estudios y actividades escolares, participación y colaboración en tareas de casa (hacerse la cama, ordenar su habitación, limpieza), organización de su tiempo compatibilizando la práctica de sus actividades de ocio con el mantenimiento de un estilo de vida saludable, de tal forma que no impidan el adecuado descanso o que se vean modifi cadas ciertas dinámicas familiares (por ejemplo comer todos juntos).

Los niños y los adolescentes no pueden aprender como enfrentarse a las desilusiones y frustraciones sin haberlas experimentado.
En este sentido es importante hacerles refl exionar sobre ello y no sobreprotegerles en exceso. Deben aprender a saber controlar sus deseos, experimentar que a veces no se consigue todo lo que se persigue o desea. Es importante saber decirles NO. Hay que enseñarles a saber esperar, “no podemos tener todo aquí y ahora” (poner límites a la inmediatez).

Hay niños y adolescentes que utilizan comportamientos y actitudes violentas en las relaciones con los otros compañeros, hermanos, padres. Es importante estar muy atentos a este tipo de comportamientos, reprobándoles, no permitiéndolo y solicitando si es preciso ayuda especializada. Ante las conductas violentas de los hijos, los padres deben responder con firmeza pero sin violencia ya que si la utilizamos lo que estamos haciendoles reforzar esa conducta en vez de desactivarla.

Favorecer la confianza y seguridad en sí mismos. En la infancia el niño va construyendo la seguridad en sí mismo, a partir de los mensajes de su entorno familiar. Posteriormente, en la escuela, empieza a recibir valoraciones de otras personas (maestros, compañeros). Así vamos construyendo poco a poco nuestra imagen. Una persona con poca confi anza en si misma tiene menos capacidad de expresar y sustentar sus ideas, suele tener una necesidad imperiosa de que los demás le acepten, y esto le puede hacer más vulnerable ante las presiones de los compañeros, más manipulable. Es más fácil que ceda ante la presión de otros para probar/consumir drogas.

Es muy importante tener expectativas ajustadas a sus capacidades. No se debe esperar de un hijo más de lo él puede dar, pero tampoco menos. Si las expectativas nuestras son muy altas y el hijo no puede satisfacerlas, él se sentirá frustrado y nosotros también. Si se espera del hijo menos de lo que él puede conseguir, se le está minusvalorando y le faltará estímulo y motivación para alcanzar metas de acuerdo a sus capacidades. Cada hijo es diferente en capacidades, en forma de ser, por ello según en qué aspectos el tratamiento deberá ser diferenciado, por ejemplo,
según la capacidad a uno se le podrá exigir que apruebe y a otro que saque notable. No es adecuado realizar comparaciones entre hermanos del tipo “tu hermano ese si que conseguirá lo que quiere, pero tú …”

Hay que reconocerles lo que hacen bien y decírselo. La gran mayoría de las veces sólo se les hace ver lo que hacen mal o lo que nos ha disgustado, también es importante reforzarles positivamente sobre lo que hacen de forma adecuada, sus esfuerzos, su actitud en una determinada situación, su conducta.

Evitar descalificaciones globales tales como “eres un desastre”, “eres un inútil”: se trata de señalar, hacerles ver la conducta que desaprobamos y no en la descalifi cación de toda la persona. Evitar también ridiculizarles, insultarles, amenazarles o elogiarles en exceso.

Muéstrele/exprésele que le quiere: con palabras (te quiero), con gestos (un beso, un abrazo, una palmada en el hombro), dedicándoles tiempo. Es muy importante sentirse querido, tener el afecto y el apoyo de los padres. Enséñeles a reconocer y a expresar de forma correcta las emociones y sentimientos, tanto los positivos como los negativos.
La no expresión y/o represión de los sentimientos es muy negativo para la maduración y el equilibrio de las personas.

Evite discutir sus problemas de pareja delante de sus hijos. Es importante, si los padres están divorciados o separados, ponerse de acuerdo en normas y criterios así como no “utilizar” a los hijos contra el otro (hacerles que tomen partido por uno, hablarles mal de su padre, madre y familia). Intente no transmitir a sus hijos sus miedos y temores, no le haga “su confi dente/amigo”.

Es importante comunicarnos sobre lo que pensamos, lo que nos preocupa, lo que sentimos. Los sentimientos nos pueden dar señales de las necesidades de los hijos, así como de sus vivencias. Exprese cuando se comunica con sus hijos sus ideas, valores, emociones.
Sea franco y honesto con sus hijos, evite mentirles.
Muestre interés/pregúntele por todas sus cosas: amigos, escuela, intereses, preocupaciones, problemas. No sólo por el colegio y las notas. Haga preguntas abiertas: ¿qué ocurrió?, ¿por qué crees que pasó?, ¿cómo te sentistes?, ¿qué piensas tú?.

Escuche a sus hijos: cuando los padres escuchan a sus hijos les están mostrando que están interesados en ellos. Es necesario prestar atención a sus inquietudes, ideas, sus problemas. Es importante estar “disponibles”, a veces ellos llegan con un problema o preocupación y les decimos “es una tontería”, “ahora no tengo tiempo”, “ya me lo contarás en otro momento”, “estoy ocupado”. Si les damos muy a menudo este tipo de respuestas los niños y adolescentes dejarán de acudir a nosotros.

Ocio y tiempo libre

Televisión: Ponga reglas, normas y horarios respecto a la televisión.
Conozca y entérese de los programas que ven sus hijos. Vea con ellos programas e intercambie reflexiones o puntos de vista acerca de las actitudes y conductas de los personajes, situaciones, publicidad, etc.
No es aconsejable que los niños y adolescentes dispongan de televisión en su habitación.
Comer y cenar mejor sin televisión.
Ser un buen ejemplo viendo la televisión, seleccionando programas, no viendo la televisión de forma indiscriminada.

Música: la música juega un importante papel en la transmisión de valores, de cultura…es asimismo un gran medio de comunicación y encuentro entre los jóvenes. Es importante que usted conozca los intereses de sus hijos y que muestre sus opinión sobre algunos de los valores que trasmiten. Por ejemplo hay canciones que exaltan el abuso de drogas, la violencia, el menosprecio
hacia las mujeres, el hedonismo como norma de vida…. Conciertos a los que los jóvenes van a consumir distintos tipos de sustancias.

Videojuegos: también los niños y adolescentes ocupan el tiempo libre con los videojuegos (juegos de acción, carreras, estrategia, aventura, simulación y educativos). Los padres deben de tener criterios a la hora de comprarlos, analizando el contenido del mismo y su adecuación a la edad. A nivel europeo se ha creado un código de regulación (Sistema PEGI) con el objetivo de proporcionar información sobre los mismos. (www.pegi.info).

Internet: la mayor parte de los servicios proporcionan recursos tales como enciclopedias, accesos a bibliotecas y otras fuentes de documentación interesantes.
Pueden asimismo comunicarse con sus amigos y jugar. La capacidad de respuesta inmediata mediante un “clic” constituye un gran atractivo para todo el mundo, pero muy especialmente para niños, adolescentes y jóvenes. Sin embargo hay que tener en cuenta sus riesgos: ciber-acoso, establecimiento de relaciones con desconocidos, acceso a compras de drogas, etc. Por ello es importante supervisar y conocer la utilización que hacen de este medio y en según que casos limitar el acceso.

Favorezca actividades alternativas al “ir de bares”: practicar algún deporte, cine, teatro, lectura; si en su municipio hay algún programa de ocio alternativo, fomente su participación en el mismo. Sea usted modelo respecto a la utilización del tiempo libre. Intente compartir alguna actividad de ocio y tiempo libre con sus hijos: favorece la comunicación y el encuentro personal, dentro de un contexto libre de obligaciones, prisas y normas.
Posibilite y favorezca el que sus hijos con sus amigos puedan reunirse en su casa (ver una película, escuchar música) ya que es una forma de conocerlos.

Es importante conocer/saber:

  • Cómo “le va” en el Instituto/colegio, no sólo respecto a las notas, también cómo se siente, cómo son sus relaciones con los demás (profesores, compañeros), los problemas que se le plantean. Es importante mantener relación con el tutor de su hijo/a ya que a veces ellos observan lo que nosotros no percibimos.
  • Quienes son sus amigos/compañeros, así como los lugares que frecuentan y las actividades que realizan (recreativos, polideportivos, cines, parques, espacios habilitados por los ayuntamientos para el desarrollo de programas de ocio alternativos…).
  • Del dinero del que disponen y de la utilización que realizan, en qué se lo gastan (cines, discos, “bocatas”, bebidas, libros, móvil, colaborar con ONG, ahorrar). También se debe saber de donde sacan el dinero, además de la asignación familiar, están los tíos, abuelos, algunos venden apuntes, ropas. Hay que tener en cuenta que en estas edades un importante número de adolescentes destinan el dinero a la adquisición de bebidas y tabaco. Cada familia establecerá la paga que considere adecuada de acuerdo a sus criterios educativos, su disponibilidad económica, etc. Lo importante es la utilización que hagan de él.
  • Saber “cómo viene”, cuando sale, estar alerta sobre todo los días de final de curso, vacaciones de Navidad y Semana Santa. También durante las fiestas del pueblo o ciudad. Durante estas fechas muchos adolescentes consumen por primera vez alcohol de forma abusiva. Si observamos que ha bebido de forma abusiva deberemos abordarlo pero cuando esté sobrio, mejor al día siguiente.
  • Si van a realizar desplazamientos (de un pueblo a otro, en la misma ciudad, de la urbanización a ciudad), conocer cómo lo van a realizar. Es importante que tomen conciencia del riesgo que supone ir en un coche o en una moto cuyo conductor ha bebido o consumido otro tipo de drogas. Facilitarles alternativas tales como coger un taxi, quedar a una hora con ellos, llamar a casa sea la hora que sea…. Asegúrese de que su hijo tiene una forma segura de volver a casa por la noche.

Fuente: LaRiojaSalud

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