Cuentos enero, cuentos invierno

El mes de enero siempre fue un mes frío y solitario para Clara. A medida que pasaban los días, la nieve cubría las calles y los árboles, y el viento helado hacía que se sintiera más sola que nunca. Pero un día, mientras se refugiaba del frío en su casa, descubrió algo que cambiaría su vida para siempre. Un piano viejo y polvoriento que había pertenecido a su abuela. Y así, comenzó a tocar, dejando que la música la llevara a un mundo de sueños y fantasía. Pero lo que no esperaba era que la música la llevaría a un encuentro inesperado, que le mostraría que incluso en los días más fríos y solitarios, el amor y la amistad pueden calentar el corazón.

El refugio en la tormenta

Era el mes de enero y la ciudad estaba cubierta de nieve. Los árboles estaban desnudos, y el viento soplaba con fuerza, haciendo que la nieve se acumulara en grandes montones en las calles y aceras.

En una pequeña casa, en un barrio tranquilo de la ciudad, vivía una anciana llamada Clara. Clara había vivido en esa casa por más de 50 años, y en ese tiempo, había visto muchas cosas en su vida. Ahora, con 80 años, Clara era una mujer tranquila y sabia que disfrutaba de la paz y la tranquilidad de su hogar.

Un día, mientras estaba sentada en su sala de estar, escuchó un sonido extraño en la puerta de entrada. Al principio, pensó que era solo el viento, pero luego escuchó el sonido de nuevo. Con cuidado, se levantó de su silla y caminó hacia la puerta. Cuando abrió la puerta, se sorprendió al encontrar a un hombre joven temblando de frío.

"¿Estás bien?" preguntó Clara, preocupada por el extraño que había aparecido en su puerta.

"Lo siento, señora," dijo el hombre con la voz temblorosa. "No sé adónde ir. Me perdí en la tormenta de nieve y necesito un lugar para quedarme."

Clara, sintiendo lástima por el joven, lo invitó a entrar. El joven estaba agradecido y se sentó en la silla que Clara le ofreció. Después de tomar un poco de té caliente, el joven comenzó a contar su historia.

Resultó que el joven, llamado David, era un estudiante universitario que había ido a visitar a su abuela en el campo. Sin embargo, en el camino de regreso a la ciudad, se encontró perdido en la tormenta de nieve. Había caminado durante horas, pero no encontró ninguna ayuda hasta que llegó a la casa de Clara.

Clara simpatizó con la difícil situación de David y le ofreció quedarse en su casa hasta que la tormenta de nieve hubiera pasado. David aceptó agradecido y se instaló en una de las habitaciones de la casa.

Durante los siguientes días, Clara y David pasaron mucho tiempo juntos. Clara le contó historias sobre su vida y David compartió sus sueños y ambiciones. A medida que la nieve seguía cayendo, la casa se convirtió en un refugio acogedor y cálido.

Una noche, mientras estaban sentados junto al fuego, David le preguntó a Clara sobre su vida antes de vivir en esa casa. Clara le contó sobre su juventud y su amor por la música. Mientras hablaba, David notó que había un piano antiguo en la esquina de la sala de estar.

"¿Sabes tocar el piano?" preguntó David.

"Solía tocarlo mucho cuando era más joven", dijo Clara, "pero hace mucho tiempo que no lo hago."

David, sin pensarlo dos veces, la animó a tocar. Clara dudó un poco, pero luego se acercó al piano y comenzó a tocar una melodía suave y hermosa. David se quedó escuchando con atención mientras Clara tocaba.

Mientras la música llenaba la sala de estar, ambos se dieron cuenta de lo feliz que se sentían en ese momento. Había algo en la música que los unía y les daba una sensación de paz y alegría.

A partir de ese día, Clara volvió a tocar el piano todos los días. David la animaba y le pedía que tocaran juntos. Juntos, tocaron algunas piezas de música clásica y algunas canciones populares de la época.

La tormenta de nieve finalmente pasó, y llegó el momento para David de irse. Clara lo despidió con tristeza en el corazón, pero feliz de haber conocido a alguien tan amable y talentoso.

Pocos días después de que David se fue, Clara recibió una carta de él. En la carta, David le agradeció por haberlo ayudado y por haber compartido su amor por la música con él. También le informó que había decidido cambiar su carrera y estudiar música en lugar de su carrera original.

La carta llenó de alegría el corazón de Clara. Sabía que había ayudado a alguien y que había compartido su amor por la música con otra persona. Y aunque el mes de enero estaba llegando a su fin, Clara sabía que siempre tendría el recuerdo de David y su amor por la música para calentar su corazón en los días fríos y solitarios que pudieran llegar.

Y así, Clara pasó el resto del invierno tocando el piano y recordando el mes de enero, el mes en que conoció a David y descubrió que la música podía unir a las personas de una manera única y especial.

FIN.

 La paz de Enero - Poesías infantiles Meses del Año