Descripción de "El Sabor de las Pepitas de Manzana"

 Pepitas manzanas

Katharina Hagena ha cautivado a millones de lectores con una novela dulce y amarga como las pepitas de manzana.

Una casa familiar heredada y un enigmático jardín, que atesora los secretos y recuerdos de tres generaciones de mujeres, son los protagonistas de una novela sobre el recuerdo y el olvido. Maravillosamente irónica e inteligente, una historia agridulce que se saborea página a página.

El libro comienza así:

Tía Anna murió con dieciséis años de una neumonía que no fue posible curar porque la enfermedad le había roto el corazón y aún no se había descubierto la penicilina. Su muerte ocurrió un día de julio al anochecer y un instante después, cuando Bertha –la hermana menor de Anna– se precipitón llorando al jardín, se dio cuenta de que con el último estertor de Anna todas las grosellas rojas se habían vuelto blancas. Era un jardín grande. Los numerosos y antiguos groselleros se arqueaban por el peso de las bayas que debían haberse recogido hacía mucho tiempo, pero en las que, tan pronto como Anna cayó enferma, nadie había vuelto a pensar. Mi abuela me lo contaba con frecuencia, ya que había sido ella quien había descubierto las grosellas enlutadas. Desde entonces, no hubo más que grosellas negras y blancas en el jardín de mi abuela y todos los esfuerzos que se hicieron más adelante por cultivar un arbusto rojo se saldaron con fracaso; en sus ramas
tan solo crecían bayas blancas. Eso, sin embargo, no perturbaba a nadie, las blancas eran casi tan dulces y sabrosas como las rojas, el delantal no se le manchaba a una demasiado al
exprimirlas para extraer el jugo y la jalea que se obtenía emitía destellos de una misteriosa, pálida transparencia. Como «lágrimas en conserva» decía mi abuela. Y sobre los anaqueles de la bodega seguía habiendo frascos de todos los tamaños con jalea de grosellas de 1981, un año cuyo verano fue particularmente rico en lágrimas...

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Autora: Katharina Hagena

Ediciones: Maeva