Muchas personas que reciben tratamientos anticancerosos, tienen problemas con la comida a causa de las diversas complicaciones que el tratamiento les puede ocasionar (náuseas, vómitos, llagas en la boca), todo ello hace difícil o desagradable para la persona aquello que debiera ser un placer: la alimentación o la hora de la comida.
La dieta constituye una parte muy importante en la terapia o tratamiento anticancerígeno, porque comer adecuadamente, será importante antes, durante y después de los tratamientos para aumentar las defensas, tolerar mejor el tratamiento y mejorar la calidad de vida.
Cáncer
Enfermedad de las células que han cambiado el mecanismo de conducta que gobierna su proliferación y diferenciación, y como consecuencia de este cambio se produce la multiplicación exagerada e invasora de las estructuras vecinas. A partir de las llamadas células madres, por vía linfática o hemática, aparecen las nuevas colonias tumorales o metástasis.
Se presenta en todas las especies animales, edades y razas. Se sabe que la frecuencia, la distribución geográfica y el comportamiento de los diferentes tipos de cáncer están relacionados con el sexo, la edad, la raza, la predisposición genética y la exposición a productos cancerígenos.
Hábitos de vida
La medicina actual ha demostrado la influencia de los hábitos de vida, en la prevalencia de la aparición del cáncer.
Condiciones de trabajo
Ejercicio físico
Tabaco
Exposición a productos industriales
Infecciones por virus
Alimentación
Todos ello factores externos, de los cuales destacaremos la alimentación comos segundo precursor después del tabaco.
Dentro de los alimentos podemos hacer, con referencia al cáncer, tres grupos:
- Iniciadores
- Promotores
- Protectores
Iniciadores
Como los hidrocarburos aromáticos, (humo del tabaco), al igual que los que se producen a partir de la grasa animal, o al asar la carne o el pescado a la parrilla (chamuscado), y en los alimentos ahumados.
Carnes rojas: cada animal nos ofrece dos tipos de carne, la que proviene de su parte muscular (bistec, solomillo, etc.), y la que proviene de sus vísceras (hígado, callos, etc.). El valor nutritivo de las vísceras es más bajo y su riqueza en grasas es mucho más alta. Su consumo aumenta también el ácido úrico (gota)
La carne se puede clasificar en dos tipos: carne roja y carne blanca. Las carnes rojas son más ricas en mioglobina y grasa que las blancas. Se recomienda utilizar las carnes blancas (pollo, pavo).
Las carnes rojas son ricas en grasas saturadas, las vísceras dañinas para nuestro organismo (promotores cancerígenos).
Promotores
Las grasas saturadas, el alcohol etílico y el cloruro sódico, favorecen la formación de nitrosaminas que son sustancias procarcinógenas.
Las grasas saturadas particularmente están implicadas en la patología del cáncer de mama, endometrio, próstata y otros. (se encuentran en las carnes de animales, aceite de coco y manteca de cacao).
Las grasas poliinsaturadas, se encuentran en los vegetales y en los pescados. Y las monoinsaturadas, cuya principal fuente es el aceite de oliva, son la estrella de las grasas y no deben faltar en nuestra dieta.
Protectores
Vitaminas antioxidantes (D, C, E).
Crucíferas (coles, coliflor, brócoli).
Selenio (implicado en el proceso de defensa del organismo).
Semillas vegetales (judías, soja).
Carotenos (tomates, zanahorias)
Fibra
Té verde
Alimentación sana
Las necesidades nutritivas varían con la edad, sexo, índice de masa corporal, trabajo, clima, embarazo, lactancia, actividad física o enfermedades.
Características de una alimentación sana:
Adecuada a las circunstancias personales (realidad biológica, actividad física, enfermedades, poder adquisitivo, etc.).
Equilibrada, tomando de referencia la pirámide de la alimentación.
Agradable.
Regular, repartiendo los alimentos en cinco o seis comidas diarias.
Nutrientes y porcentajes
Proteínas: sustancias encargadas de construir, reparar y mantener las células de los distintos tejidos (muscular, óseo, etc.).
Las encontramos en la leche y derivados, carnes, pescado, huevos, legumbres y frutos secos.
Función formadora y plática.
Representan el 15% de los nutrientes en una dieta sana.
Vitaminas y minerales: función reguladora del organismo. Se encuentran en todos los alimentos, sobre todo frutas y hortalizas.
Hidratos de carbono y grasas: tienen función energética. Los hidratos se encuentran en cereales, pan pastas, frutas, papas..., y representan el 55% de los nutrientes en una dieta sana.
Las grasas las encontramos en el aceite de oliva, margarina, tocinos, carnes grasas, y representan el 30% de nutrientes en una dieta sana.
La alimentación en pacientes durante el tratamiento
Las recomendaciones se centran en ayudarles a comer alimentos ricos en calorías y proteínas, tomar más leche, queso y huevos, así como usar más aceite y margarina. En algunos casos se recomendará no comer alimentos ricos en fibra, porque pueden empeorar problemas como la diarrea o las úlceras en la boca. La diferencia se debe a que estos consejos están pensados para recuperar fuerza y energía. Para los pacientes con tratamiento oncológico no se recomiendan dietas de adelgazamiento.
Aunque el tratamiento oncológico puede causar cansancio, es recomendable mantener una actividad física ligera y regular para estimular el apetito y la digestión, prevenir el estreñimiento, mantener la masa muscular y facilitar la relajación para reducir el estrés.
Este va a ser un tiempo en el que será importante proporcionar al cuerpo las proteínas, grasas, azúcares, vitaminas y minerales que necesita para mantener la energía, reparar los tejidos sanos y dañados por el tratamiento y mantener su sistema inmunológico en buenas condiciones.
Efectos secundarios del tratamiento y forma de paliarlos mediante la alimentación
Diarrea
Comenzar con dieta hídrica repartidas en pequeñas dosis a lo largo del día: caldos, agua, infusiones, suero oral.
Tomar zumos poco azucarados de zanahoria o manzana, sin mezclar fruta y diluidos con agua.
Evitar alimentos que produzcan flatulencia.
Evitar café, chocolate y bebidas alcohólicas.
Consumir cereales refinados como el pan blanco, en lugar de los integrales.
Evitar comer fruta fresca, excepto el plátano y la manzana.
La temperatura de la comida deberá ser templada.
Colar los purés de verduras y legumbres.
Beber aproximadamente entre un litro y medio o dos litros de agua al día.
Llagas en la boca
Fraccionar las comidas en tomas pequeñas y frecuentes.
Evitar alimentos que se peguen al paladar.
Tomar alimentos a temperatura ambiente o fríos para evitar el dolor.
Evitar alimentos secos como tostadas, frutos secos, especies fuertes y sabores ácidos.
Vómitos y nauseas
Comenzar el día tomando alimentos secos, como tostadas o galletas poco aceitosas.
Evitar alimentos lácteos y zumos de frutas.
Tomar bebidas y alimentos de fácil deglución y más bien fríos.
Evitar fritos, salsas y aderezos con vinagre.
Es preferible no beber durantes las comidas.
Realizar enjuagues de boca para eliminar los sabores desagradables.
Cuando comiencen las náuseas realizar respiraciones profundas.
Descansar después de comer, pero sin acostarse inmediatamente.
Tomar líquidos con frecuencia a sorbos muy pequeños para evitar la deshidratación.
Perdida de apetito
Tener en cuenta las preferencias del paciente.
Comer pequeñas cantidades, varias veces al día.
Preparar los platos de forma variada y atractiva, buscando diferentes texturas y olores.
Evitar beber líquidos durante la comida.
Tomar zumo de limón o naranja antes de cada comida, estimulan el apetito.
Cocinar añadiendo al plato proteínas y calorías sin aumentar su volumen.
Comer siempre que se tenga apetito aunque no sea el horario convencional.
No coma en el mismo sitio siempre.
Procurar compañías en sus comidas.
Si se puede, caminar un poco antes de las comidas
Alteraciones del gusto y el olfato
Observar en que momentos y comidas se dan, para evitarlos la próxima vez.
Escoger comidas con buena apariencia y olor.
Si molesta cocinar, pedir que lo haga otra persona.
Elegir pescados y carnes blancas, y macerarlas con zumos de frutas, vino, salsas y especies.
Las carnes y pescados hervidos desprenden menos olor que las cocinadas a la parrilla, al horno o a la plancha.
Comer alimentos fríos o templados para evitar que desprendan olor.
Cocinar con gelatina para mezclar los alimentos, tomarlos fríos y enmascarar su sabor.
Sabor metálico
Elegir sabores fuertes como: queso curado, jamón...
Si no se tolera la carne sustituirlo por otros alimentos con diferentes salsas.
Usar enjuagues bucales, chicles y caramelos.
Utilizar cubiertos de plástico.
Utilizar utensilios de madera para cocinar.
Evitar el contacto con productos ácidos (vinagre, zumos de frutas, tomate) y con recipientes metálicos que liberan níquel en contacto con algunos alimentos.
Anemia
Descansar todo lo posible.
Tomar alimentos ricos en hierro (lentejas, avena, espinacas, yema de huevo, etc.)
Sequedad de boca
Tener una buena higiene bucal.
Tomar dos litros de agua diario.
Estreñimiento
Si es posible, aumentar un poco la fibra.
Cansancio
Beber abundantes líquidos.
Alimentación energética (hidratos) y proteínas.
Osteoporosis
Tomar alimentos ricos en calcio (frutos secos, legumbres, cereales...)