¿A quién se parecerá el bebé?

Aunque la genética no es una ciencia exacta, hay rasgos dominantes que permiten imaginar cómo será el futuro bebé.

¿Será niño o niña? ¿Tendrá los ojos azules de su abuela o las piernas delgadas de su papá? La pregunta sobre el sexo del bebé suele responderse hacia la semana 20 de embarazo con la segunda ecografía. Por desgracia, las demás preguntas sólo pueden responderse al cabo de unos meses, o incluso años en el caso de la altura. Como alternativa, podemos utilizar las leyes de Mendel, que explican cómo y según qué probabilidades los padres transmiten sus características morfológicas y psicológicas a sus hijos.

Sumario

Combinaciones únicas e inimitables

La regla básica es que el niño recibe y se apropia de la información genética de su madre y de su padre de dos maneras distintas, según el elemento que se considere.

En algunos casos, como el color de los ojos o la forma de las orejas, si las características de los padres son diferentes, el niño tomará una de las dos características y rechazará la otra. En otros casos, como el color de la piel o la altura, las características de los dos progenitores se mezclan y dan lugar a un "cruce".

Sin embargo, esta explicación es sólo un principio genérico. El problema es que la evolución de la ciencia genética ha demostrado que estos mecanismos hereditarios son cada vez más complejos e imprevisibles. Según los genetistas, hasta hace unos 30 años, los principios de la transmisión de caracteres se conocían principalmente a través de la observación de las plantas y la Drosophila (la mosca de la fruta), con la certeza de que, en los mamíferos, el patrimonio genético de los padres se transmitía a los hijos según los mismos criterios establecidos por Mendel.

Sin embargo, gracias a los descubrimientos posteriores, y sobre todo al Proyecto Genoma Humano, que ha revelado todo sobre la organización genética de la especie humana, hemos comprendido que estas leyes son sólo un punto de partida y que el mecanismo es mucho más complejo: en los humanos, la información transmitida por la madre y el padre se transmite de forma única e inimitable a cada individuo, según una serie de combinaciones que implican a muchos más genes de lo que se pensaba.

En resumen, un mismo rasgo puede aparecer de forma muy diferente, incluso entre hermanos. Por lo tanto, es difícil hacer predicciones basadas en el aspecto físico de la madre y el padre. Sin embargo, aún podemos jugar a las adivinanzas, así que ¡vamos!

A quién se parecerá el bebé: Los genes

Aunque la genética no es una ciencia exacta, hay rasgos dominantes que permiten imaginar cómo será el futuro bebé. ¿Cómo funciona la transmisión de genes?

Una batalla entre genes

El cuerpo humano está formado por miles de millones de células, en cuyo núcleo está inscrito el patrimonio genético de cada individuo. Toda la información está contenida en 23 pares de cromosomas. En cada pareja, un cromosoma se hereda de la madre y el otro del padre, a través del óvulo y el esperma, que contienen 23 cromosomas cada uno.

En cada cromosoma hay miles de unidades de información llamadas genes. ¿Quién gana? Eso depende de la parte del cuerpo. Si, por ejemplo, nos referimos al color de los ojos o a la forma de la boca, el ganador suele ser el rasgo "dominante" (iris oscuro y labios gruesos) y no el "recesivo" (iris claro y labios finos), mientras que para otras cuestiones, como el color de la piel, se produce algún tipo de colaboración.

Si el carácter de uno de los progenitores no aparece en el hijo, está sin embargo presente, pero de forma "silenciosa", en el patrimonio genético del niño, y se transmitirá a las generaciones futuras.

A quién se parecerá el bebé: Inteligencia

Aunque la genética no es una ciencia exacta, hay rasgos dominantes que permiten imaginar cómo será el futuro bebé. ¿Pero qué pasa con la inteligencia?

¿Nacemos inteligentes?

Los científicos están de acuerdo en un hecho: todos los niños nacen con un patrimonio cerebral heredado de sus padres, pero su crecimiento intelectual o psicológico está condicionado en gran medida por el entorno en el que viven y por los estímulos que reciben. ¿Qué porcentaje? Según los expertos, entre el 60 y el 80% es genético.

Sin embargo, se trata de cálculos difíciles, si no imposibles. Por ejemplo, si hablamos del talento musical: ¿Cuánto de él está predeterminado genéticamente y cuánto se debe al hecho de que el hijo de un músico vive inmerso en la música y puede tocar uno o más instrumentos desde una edad temprana?

Aunque es difícil predecir qué habilidades o inclinaciones heredarán nuestros hijos, podemos tener en cuenta que algunas formas de inteligencia están más relacionadas con la genética que otras. Por ejemplo, el cálculo, la capacidad cinética (relación física con el espacio y el movimiento) y, en menor medida, la memoria.

La facilidad con la que un niño aprende el vocabulario de una o varias lenguas también está predeterminada genéticamente. Por último, los genes son responsables de la miopía. ¿Qué tiene esto que ver con la inteligencia? Tal vez no mucho, pero desde hace tiempo se ha encontrado una correlación estadística entre esta condición hereditaria y un alto coeficiente intelectual.

Recientemente, los científicos han descubierto que un único gen es responsable tanto del desarrollo del cerebro como de la formación de los ojos. El estereotipo del estudiante con gafas puede tener cierta base.

A quién se parecerá el bebé: Ojos y orejas

Aunque la genética no es una ciencia exacta, hay rasgos dominantes que permiten imaginar cómo será el futuro bebé. Juguemos a adivinar de qué color serán sus ojos...

¿Ojos claros u oscuros?

El color de los ojos viene determinado por la concentración de melanina en el iris. Los ojos oscuros tienen una mayor cantidad de pigmento, mientras que los ojos claros tienen poco pigmento. Esta cantidad está regulada por al menos tres genes, por lo que el mecanismo de transmisión es mucho más complejo de lo que se pensaba.

En general, puede decirse que, dado que el color oscuro es dominante, si sólo uno de los progenitores tiene los ojos claros, es muy probable que el hijo tenga los ojos oscuros. Según la ley de Mendel, la combinación es la siguiente:

Oscuro + Oscuro = Oscuro
Oscuro + Claro = Oscuro
Claro + Claro = Claro

Sin embargo, no es posible saber si los ojos claros serán azules o verdes.

Orejas alzadas

Algunos rasgos fisiológicos muy pronunciados, como el mentón prominente, la nariz aguileña, las orejas de soplillo o las manos grandes, son características hereditarias dominantes de las que es difícil escapar.

La buena noticia para las familias en las que estas formas son comunes es que en las mujeres, las líneas casi siempre tienden a suavizarse. Los padres suelen estar contentos de verse en los rasgos de sus hijos, pero si se fijan bien, también descubrirán sus rasgos, aunque suavizados, en sus hijas. 

A quién se parecerá el bebé: Altura

Aunque la genética no es una ciencia exacta, hay rasgos dominantes que permiten imaginar cómo será el futuro bebé. Juguemos a adivinar cuánto medirá...

Calcular su altura

En general, la altura y el peso son el resultado de una media entre las características de ambos padres. Es muy raro que una pareja de baja estatura tenga un hijo más alto que un niño de la misma edad cuyos padres sean jugadores de baloncesto.

La altura final puede predecirse con cierta aproximación. Los especialistas en crecimiento utilizan las siguientes fórmulas:

Para los chicos:

(Altura del padre en cm + Altura de la madre en cm) / 2 + 13

Para las chicas:

(Altura del padre en cm + Altura de la madre en cm) / 2 - 13

El niño siempre alcanza esta estatura genética, a menos que su crecimiento se vea frenado por factores ambientales (dieta o higiene insuficientes) o biológicos (problemas hormonales o anomalías cromosómicas).

Por otro lado, la tendencia al sobrepeso tiene raíces genéticas, pero el entorno juega un papel importante. En una familia de obesos, el niño desarrolla malos hábitos alimentarios que pueden influir en su forma física en la edad adulta.

A quién se parecerá el bebé: Pelo

Aunque la genética no es una ciencia exacta, hay rasgos dominantes que permiten imaginar cómo será el futuro bebé. Juguemos a adivinar qué color de pelo tendrá...

¿Mucho pelo o no?

El color y el tipo de pelo se rigen teóricamente por la competencia entre los rasgos dominantes (negro y rizado) y los recesivos (rubio y liso). La pigmentación siempre viene determinada por la concentración de melanina, pero en el caso del cabello, hay al menos cuatro genes responsables de resolver el problema.

Además, se empieza a pensar que, al igual que ocurre con fenómenos morfológicos como la constitución física, la estructura del cabello también está determinada, en parte, por una mezcla de rasgos maternos y paternos.

En cualquier caso, existe una relación más o menos constante y previsible con el color de los ojos: los genes responsables de la dosificación de la melanina en el cabello y el iris se encuentran "cerca" de sus cromosomas, y ambos se transmiten. Esto explica por qué los rubios suelen tener los ojos azules y los castaños oscuros.

Además, si el padre y el abuelo paterno sufrieron calvicie precoz, es probable que uno o varios de sus hijos también experimenten este problema.

Por último, la tendencia a las canas prematuras es también una cuestión hereditaria.

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