Lenguaje infantil, pantallas

Hoy en día vivimos rodeados de dispositivos digitales: Móviles, tablets, televisores, ordenadores, asistentes de voz… No es raro que los más pequeños de la casa estén expuestos a ellos desde edades muy tempranas. Pero, ¿qué efectos reales tienen las pantallas en el desarrollo del lenguaje infantil? ¿Pueden retrasar habilidades como hablar, comprender o interactuar? ¿O quizás hay formas de uso que sean beneficiosas?

Qué dicen los estudios recientes

La investigación más actual coincide en algunos hallazgos importantes acerca del uso de pantallas y el desarrollo del lenguaje en la infancia.

Principales resultados negativos

  1. Retrasos en la comunicación y en la resolución de problemas
    Un estudio español de marzo de 2025 encontró que el uso de pantallas a los 1 año de edad se asociaba con peores habilidades de comunicación y de gestión de problemas a los 2 y 4 años
  2. Desarrollo del lenguaje expresivo y comprensivo deteriorado
    Estudios en niños de 2-3 años muestran que si pasan una hora o más al día frente a dispositivos móviles, tienen puntuaciones peores en comprensión del lenguaje y en habilidades expresivas, así como mayor probabilidad de dificultades lingüísticas. 
  3. Más horas de pantalla → mayor riesgo de retraso de vocabulario
    Varios estudios encuentran que más de dos horas diarias de pantalla se asocian con retrasos en el vocabulario expresivo, en la fluidez verbal y en la capacidad de mantener conversaciones.
  4. Menos interacción cara-a-cara, menos retroalimentación lingüística
    Cada minuto que los niños dedican a pantallas es un minuto en que escucharían menos palabras adultas, harían menos vocalizaciones, y habría menor número de intercambios comunicativos reales. Esto afecta especialmente en los primeros años, cuando la cantidad y calidad del input lingüístico son fundamentales. 
  5. Edad a la exposición temprana importa bastante
    Cuanto antes empieza un niño a usar pantallas, mayores son los riesgos. Por ejemplo, exposición a pantallas antes de los 18-24 meses sin supervisión adecuada se relaciona con efectos negativos más marcados.
  6. Efecto acumulativo
    No solo importa un uso aislado: los factores socioeconómicos, el nivel educativo de los padres, la frecuencia con la que se lee al niño, la cantidad de estimulación lingüística en casa — todos estos pueden agravar o mitigar los efectos negativos. Por ejemplo, leer frecuentemente al niño parece amortiguar algo el impacto negativo en comprensión del lenguaje.

Posibles efectos positivos o menos negativos cuando se usan bien

No todo es malo: Hay evidencias de que si el contenido es adecuado, si hay supervisión/adultez implicada, la calidad mejora:

  • Contenidos educativos bien diseñados pueden favorecer el vocabulario, exponer al niño a diferentes estructuras lingüísticas y culturales.
  • Vigilancia y participación parental: cuando el adulto está presente, conversa, comenta lo que aparece en la pantalla, hace preguntas o vincula lo que el niño ve con lo real, los riesgos bajan.
  • Limitar el uso pasivo (televisión de fondo, dispositivos que están encendidos sin atención) ayuda bastante.

Factores clave: Lo que marca la diferencia

Para entender por qué algunas pantallas tienen más impacto que otras, es útil mirar los factores que influyen.

  1. Cantidad de tiempo frente a pantalla
    No es lo mismo 10-20 minutos al día que 1 hora o más. Cuanto más tiempo, mayor probabilidad de efectos negativos.
  2. Edad al inicio de la exposición
    Los niños muy pequeños tienen cerebros en plena construcción (por ejemplo de 0 a 2 años). Antes de los 18-24 meses, la exposición debe ser muy limitada y muy supervisada.
  3. Tipo de contenido
    • ¿Es educativo o simplemente entretenimiento?
    • ¿Tiene lenguaje claro, pausado, dirigido a niños?
    • ¿Estimula la participación o es solo pasivo?
      El contenido inadecuado puede empeorar la comprensión del lenguaje.
  4. Participación del adulto / Co-visualización
    Que el padre, madre o cuidador esté presente, hable, comente, relacione lo que aparece con lo que el niño conoce, hacer preguntas. Todo esto aumenta el beneficio lingüístico y reduce el daño potencial.
  5. Contexto doméstico de aprendizaje
    Leer cuentos, contar historias, conversar, que el entorno tenga estímulos lingüísticos (escuchar palabras, canciones, juegos de imitación…) todo esto es clave. En hogares con muchos recursos lingüísticos, los efectos negativos de las pantallas parecen menores. 
  6. Otras variables que modulan
    • Nivel socioeconómico.
    • Nivel educativo de padres/cuidadores.
    • Horarios de sueño: pantallas de noche pueden alterar sueño, y el descanso está ligado al aprendizaje.
    • Salud visual, auditiva.
    • Etc.

Consecuencias concretas en el lenguaje

Basado en lo anterior, los posibles impactos que se han detectado son:

  • Retraso en hablar las primeras palabras / ampliar vocabulario tardío.
  • Peor comprensión: entender órdenes, seguir historias, captar lo que otros dicen.
  • Lenguaje expresivo menos fluido: errores, dificultad para construir oraciones más complejas.
  • Menos interacción social verbal: menor capacidad para conversar, mantener turnos de conversación.
  • Dificultad de atención, que lleva a que el niño no aproveche bien estímulos lingüísticos en su entorno.
  • Posible relación con dificultades en lectura y escritura futura si estos retrasos no se detectan y corrigen.

Recomendaciones oficiales y normas prácticas

Varias instituciones de salud infantil, educativas y asociaciones de pediatría han emitido directrices. Aquí te resumo las más útiles.

  • Evitar pantallas antes de los 18-24 meses, salvo videollamadas supervisadas.
  • Para niños de 2 a 5 años, limitar el tiempo de pantalla a una hora diaria de contenido de alta calidad.
  • Asegurar que el contenido sea educativo, adaptado a su edad, que estimule la participación.
  • Que haya co-visualización, es decir, que los adultos participen, hablen con el niño sobre lo que ve, relacionen con su vida cotidiana. 
  • Evitar pantallas justo antes de dormir o como sustituto del juego libre o de la interacción social. 
  • Fomentar otras actividades: lectura, juegos, hablar mucho con el niño, cantar, interactuar directamente.

Situación en España

Para que no quede todo en teorías, veamos qué pasa en contexto español.

  • Un estudio reciente (marzo de 2025) en España señala evidencias claras de que pantallas tempranas empeoran la capacidad de comunicación a los 2 y 4 años.
  • Informes nacionales como “Infancia, Adolescencia y Pantallas” del proyecto EMOChild analizan hábitos de uso de pantallas en la infancia y adolescencia, y su relación con salud mental, bienestar y desarrollo.
  • En la política educativa hay movimientos (como restricciones en uso de móviles/tablets en aulas) que muestran preocupación institucional por el balance entre tecnología y desarrollo emocional/lingüístico.

Qué puedes hacer tú: Buenas prácticas en casa

Si tienes un niño pequeño, estas son estrategias prácticas para minimizar los riesgos y potenciar su desarrollo lingüístico.

  1. Establece límites de tiempo
    Decide cuántos minutos al día serán razonables, según la edad. Por ejemplo, 0 pantallas para bebés menores de 18-24 meses (salvo videollamadas), máximo 1 hora diaria para 2-5 años.
  2. Selecciona el contenido con cuidado
    Que sea educativo, con lenguaje claro, sin estimulación excesiva, sin anuncios engañosos, sin violencia, etc.
  3. Acompaña siempre
    Ver la pantalla acompañado, hablar con el niño sobre lo que ve, hacer preguntas, fomentar que repita palabras, explicar.
  4. Reemplaza pantallas con otras actividades
    Lectura de cuentos, juegos de imitación, cuentos, canciones, construcción con bloques, interacción con similares. Jugar libre, explorar fuera, actividades sensoriales.
  5. Evita pantallas justo antes de dormir
    La luz de las pantallas y su contenido puede alterar el sueño, lo que afecta atención y aprendizaje. Mejor apagar al menos una hora antes de acostarse.
  6. Sé modelo
    Tu uso de pantallas también importa: si los padres están siempre con el móvil, el niño copia ese hábito. Intenta tener momentos sin pantallas (comidas, paseo, conversación).
  7. Observa señales de alerta temprano
    Si notas que el niño tarda mucho en hablar, tiene vocabulario muy reducido para su edad, poca comprensión, dificultad para interactuar, lo ideal es consultar con un logopeda o pediatra.

Mitos frecuentes

Algunas ideas que se repiten, pero que no están respaldadas o necesitan matizarse:

  • “Las pantallas educativas lo compensan todo.” → No es cierto. Aunque ayudan, sin interacción humana, sin conversación, sin contexto, su efecto es mucho menor.
  • “Si ve contenido en dos idiomas, aprende mejor.” → Puede ser positivo, pero solo si la exposición es significativa, comprensible y con apoyo. No basta con tener varias voces; se necesita que el niño entienda y pueda participar.
  • “Mientras no haya conversación, no pasa nada.” → De hecho, la falta de conversación es parte del problema. Interacciones cara-a-cara, respuestas, preguntas son lo que construye el lenguaje.

En resumen: Las pantallas tienen un impacto real y medible sobre el desarrollo del lenguaje infantil, sobre todo cuando la exposición es temprana, prolongada, pasiva o sin supervisión. Pero no todo uso es negativo: si se usa bien, con contenido de calidad, acompañamiento adulto, y se combinan con otras actividades lingüísticas, los riesgos se reducen mucho.

Como padre, madre o cuidador, lo esencial es:

  • Ser consciente del tiempo y del momento de uso.
  • Procurar que las pantallas no sustituyan las interacciones humanas reales.
  • Crear un entorno rico en lenguaje: hablar, leer, jugar.

Si gestionas bien estos aspectos, puedes minimizar los efectos negativos y aprovechar lo bueno que las tecnologías puedan ofrecer.