Las neoplasias malignas o cánceres representan la cuarta causa de muerte por cáncer en la mujer, después del cáncer de mama, intestino grueso y pulmón. Se dice que una de cada 70 mujeres desarrollará un cáncer de ovario en algún momento de su vida, lo que contrasta con la proporción de cáncer del seno que es de un caso en 10 pacientes femeninas en la misma situación.

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En la actualidad el cáncer de ovario constituye un verdadero problema sanitario, por varias circunstancias: la ligera tendencia a incrementar su frecuencia, el mal pronóstico de la enfermedad, el limitado impacto de los esfuerzos de prevención primaria y secundaria.

El cáncer de ovario puede ser durante muchos Años una enfermedad asintomática. Cuando la paciente presenta molestias o síntomas la enfermedad puede haber alcanzado otros órganos, perjudicando de esta manera las posibilidades de curación. Por otra parte, muchas mujeres presentan molestias abdominales inespecíficas de mayor o menor intensidad que pueden enmascarar la existencia de un tumor ovárico.

En la mayoría de los casos, la sintomatología inicial está representada por un aumento de volumen de la región inferior del abdomen o por vagas molestias muchas veces descritas como sensación de distensión abdominal.

Una vez que el cáncer de ovario se desarrolla, se disemina por extensión directa a las estructuras pélvicas adyacentes, por vía linfática a los ganglios y menos frecuentemente por vía sanguínea.

La cirugía sigue siendo el pilar fundamental sobre el cual se fundamenta el intento de curación. La quimioterapia es el elemento complementario del tratamiento.

Sin embargo, el pronóstico está determinado por el grado de extensión de la enfermedad en el momento de iniciar el tratamiento: un estadio precoz se puede curar solo con cirugía, mientras que un estadio muy avanzado es muy poco probable que se cure, incluso con la mejor técnica quirúrgica y la combinación de la quimioterapia más elaborada que se pueda uno imaginar.

En cuanto a la utilidad de la radioterapia es muy limitada: en los casos precoces es innecesaria y en los estadios avanzados es ineficaz.
Puesto que los síntomas y signos clínicos aparecen en estadios avanzados de la enfermedad, la mujer y los médicos de atención primaria deben ser conscientes de la importancia que tiene la realización de una evaluación ginecológica correcta por personal suficientemente cualificado.

Algunos casos no se diagnostican a pesar de existir datos objetivos para sospechar el cáncer de ovario. Por otra parte, la actuación quirúrgica a veces dista mucho de ser la apropiada para obtener el máximo rendimiento terapéutico: cirugía mal indicada y mal realizada, y técnicas insuficientes o incorrectas, reducen la efectividad de la quimioterapia y ensombrecen el pronóstico y calidad de vida de la mujer.