El programa de Emma García llamado Mujeres y hombres y viceversa celebrará este mes de junio su tercer aniversario.
Demasiado tiempo para un programa que aunque dice que está basado en el amor, la realidad es que ofrece un espectáculo lamentable de los sentimientos. Y especialmente, de una relación de pareja. Para empezar, es imposible conocer a una persona en citas de media hora y más teniendo una cámara delante.
Por otra parte, las conversaciones que mantienen tronistas y pretendientes muestran un grado de inmadurez emocional extremo. Al final, la mentira de este programa queda de manifiesto en el hecho de que son muy pocas las parejas sólidas que se han formado y han perdurado a lo largo del tiempo. Todo queda en breves romances, en historias fugaces que han sido televisadas y seguidas como si fuesen verdad.
Mujeres y hombres y viceversa muestra claramente la imagen de la mujer como un objeto. Pero me gustaría matizar que ofrece el mismo estereotipo del hombre. Es un formato en el que se valora poco o nada la inteligencia y el sentido común y mucho, el hecho de tener una cara bonita en el caso de ellas, y músculo, en el caso de ellos.
En la historia de Mujeres y hombres y viceversa es difícil olvidar a algunos tronistas tan memorables como Efrén Reyero. Un joven futbolista que parecía emular a un auténtico príncipe azul en versión moderna. Pero pronto el mito desapareció cuando se supo que su reinado en el programa no fue tan claro como él nos quiso hacer creer y su romance con Soraya fue visto y no visto. De momento, el programa de Emma García cuenta con el respaldo del público. Uno de los últimos tronistas, el tenista Abraham se fue solo después de cinco meses de citas interminables.